El color de España y otros ensayos by G. K. Chesterton

El color de España y otros ensayos by G. K. Chesterton

autor:G. K. Chesterton [Chesterton, G. K.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía, Espiritualidad
editor: ePubLibre
publicado: 1955-01-01T00:00:00+00:00


EL ALFABETO DE LOS GIGANTES

EN cierto sentido, el edificio más impresionante de la Exposición de Wembley era, probablemente, la Casa de Muñecas de la Reina. Ese sentido se refiere al valor de los modelos pequeños de las cosas grandes. Me parece que el hombre ha hecho cosas casi demasiado grandes para que pueda medirlas su imaginación. Se halla demasiado cómodo en su casa, y a veces no puede ver la ciudad más de lo que puede ver la tierra. Sería más fácil utilizar la copia antes que la cosa real como un modelo eficaz para la verdadera educación. Pues con respecto a los restos o las ruinas del gran arte de la construcción se da una extraña paradoja de la mala interpretación popular que no es fácil describir.

La arquitectura es el alfabeto de los gigantes, el más grande sistema de símbolos jamás concebido para ser presentado a los ojos de los hombres. Una torre se alza como una especie de estatua simplificada, de un tamaño mucho más que «heroico». A una fachada se la llama apropiadamente cara, pues tiene algo del carácter de una cara humana gigantesca que desaparece o se simplifica en la formalidad de un diagrama; lo vemos en los dibujos infantiles de una casa en que las ventanas sirven de ojos y la puerta delantera de boca. Tenemos la sensación de que la arquitectura fuese un arte simplificado de la escultura y el retrato, así como la escultura y el retrato del antiguo Egipto o de Nínive estaban realmente simplificados y endurecidos casi hasta alcanzar la severidad de la arquitectura. Es como si un monolito fuese un cuerpo sin cabeza o una cúpula un cráneo sin cabello. Vista por un momento bajo una determinada luz, a una oscuridad determinada, toda arquitectura adquiere misteriosas líneas de vida y un movimiento como de señales. No es esto puramente imaginario, pues es en gran medida inherente a nuestro lenguaje habitual sobre este tema. Decimos que una torre señala al cielo como si realmente levantase un dedo. Decimos que las ventanas miran a un paisaje, como si realmente tuvieran ojos.

Existe, por lo tanto, un instinto universal en el sentido de que la arquitectura tiene algo que decir, de que trata de decir algo. Algunos estetas sostienen todavía que el arte es amoral, esto es, que carece de significación. Pero en realidad deberían seguir una línea de progreso inversa para descubrir aún más significados en lugar de llegar a esa ausencia de significación. De no considerar los cuadros religiosos como objetos puramente ornamentales, sin duda podrían divertirse mucho más demostrando que hasta los objetos son religiosos. Se divertirían mucho más buscando su religión en el papel de la pared o en la alfombra turca. Pero esto es una digresión. El asunto de que tratamos es que también la arquitectura, como las artes más obvias de la representación, tiene algo que sugiere una prolongación o un mensaje, y que su especialidad es el tamaño o escala en que puede comunicarse ese mensaje. El mensaje se da en un megáfono, la proclama se difunde mediante un altavoz.



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